El juego es el universo de los niños/as, es su oficio, su profesión, que abandonamos al crecer y hacernos personas adultas. Pero también es verdad que las personas adultas jugamos en ocasiones especiales con nuestros niños/as, por ejemplo en las fiestas familiares. Todavía nos queda por descubrir que podemos jugar entre adultos, tal como leemos libros.
Creemos que el juego es fundamental para ser persona, ya que toca a las fibras del placer y la felicidad. Cada persona busca la felicidad y la desea en su vida. A las personas adultas nos queda mucho por descubrir sobre la magia del mundo del juego. Viviremos mejor y tendremos mayor calidad de vida cuanto más y mejor juguemos. Si nosotras insistimos en el juego cooperativo es porque son juegos físicos y de mesa para jugar en grupo y en los que todo el grupo gana o pierde. No existe una única persona ganadora ya que el desafío se presenta al grupo entero. Se trata por consiguiente de unir la imaginación y el poder creador de todos las personas del grupo para conseguir juntos un objetivo común ante un elemento o personaje externo que es el peligro para el grupo. Por consiguiente mi vecino o mi compañera de juego no constituyen una amenaza para mí sino que juntos-as vamos a intentar ganar, ayudándonos entre jugadores-as. O sea que no se elimina la competitividad sino que se dirige y gestiona de otra forma. Porque el factor competitivo forma parte del placer. ¡Y sin placer no hay juego!.
Se trata de una herramienta maravillosa, fácil, natural que encierra mensajes de gran profundidad al servicio de la vida. Por ejemplo, tener la experiencia de que es positivo y enriquecedor construir algo juntos-as, disfrutar de las diversas formas de comunicarnos, respetar los diferentes ritmos sin aplastar al otro, confiando en que todos van a aportar lo mejor de sí al servicio del grupo... Si no logramos descubrir el placer de estas pequeñas cosas, estamos perdiendo miles de oportunidades de disfrutar en lo cotidiano.
Los juegos cooperativos son una propuesta a un cambio de actitud en nuestra vida diaria. La cooperación fomenta la participación, facilita la organización, el reconocimiento de habilidades de cada persona y el trabajo colectivo. Participar en juegos de estructura cooperativa nos permite ensayar comportamientos deseables en la construcción de la comunidad y reflexionar acerca de los valores implícitos en nuestra sociedad.
La opción lúdica cooperativa profundiza así, en la libertad de las personas creando una situación que les hace (Orlick, 1990):
Libres de competición: El objetivo es, en este caso, común a todos y el juego demanda la colaboración entre los participantes. De este modo, los jugadores se ven libres de la obligación de tratar de superar a los demás, con lo que el juego es percibido de una forma distinta y existen más oportunidades para la actuación prosocial.
Libres para crear: La situación no exige la búsqueda inmediata del rendimiento, ni marca caminos prefijados de actuación. Por lo tanto, se crea el ambiente adecuado para la exploración y para el pensamiento divergente y creativo.
Libres de exclusión: Los juegos cooperativos rompen con la eliminación como consecuencia del error. De este modo, la falta de acierto irá seguida de la oportunidad de rectificar y para buscar nuevas soluciones. Nadie será excluido por no poseer unas habilidades o capacidades determinadas.
Libres de la elección: Los juegos cooperativos están abiertos a la posibilidad de que las personas tomen decisiones y actúen en consonancia con sus propias elecciones.
Libres de agresión: Dado que el resultado en los juegos cooperativos se alcanza coordinando las propias acciones con las ajenas y no rivalizando en la participación lúdica, se origina un clima social en el que no tienen cabida los comportamientos agresivos y destructivos.
Los juegos cooperativos también nos pueden enseñar a jugar con los juegos competitivos de otra forma, sin aplastar a otra persona, jugando por disfrutar no solo por ganar.
Valores del juego cooperativo.
En los juegos cooperativos, la competición existe solo que no entre jugadores/as sino contra un elemento externo, el desafío que se presenta al grupo. Lo interesante es que cada cual ponga lo mejor de si mismo al servicio del grupo para superar ese desafío, sabiendo que como somos distintos, cada cual podrá aportar algo diferente. La creatividad de cada persona deja de ser una amenaza para los demás y se convierte en riqueza al servicio del grupo.
Los juegos cooperativos encierran una serie de valores fundamentales en la construcción de la solidaridad. Por ejemplo:
- La integración frente a la exclusión. Muchos juegos, aun sin ser propiamente cooperativos, fomentan la integración a partir de una situación inicial de división. El “juego de la silla”, en su versión tradicional, elimina a las personas que no logran sentarse y las sillas correspondientes para repetir la eliminación de personas. Es decir, está basado en la exclusión. Os invitamos a darle la vuelta y a basarlo en la inclusión: eliminar sillas pero no personas. El riesgo en este caso está en que se pueda romper una silla, pero seguro que disfrutáis imaginando cómo hacer sitio a cada persona para que ninguna se quede fuera, o transformando un trozo de cartón en una silla imaginaria.
- La escucha y la comunicación. A veces nos cuesta escuchar porque estamos preparando nuestra respuesta, o preocupados por otros intereses o esperando una única forma de lenguaje, generalmente la palabra y sin embargo, podemos comunicarnos de mil modos diferentes, algo que nuestra sociedad ha reprimido. Los juegos que favorecen la comunicación gestual y corporal nos invitan a prestar más atención a la riqueza de todas las personalidades del grupo y a beneficiarnos de ellas.
- La afirmación de si-mismo/a. Afirmarse físicamente es ocupar un lugar al que tenemos derecho. Para mucha gente esto no representa ningún problema, pero para otros-as es un poco más complicado; necesitan atreverse y evaluar el resultado, indagar si ganan algo, confiar. En el juego, esto es más fácil que en la vida cotidiana. Representando un rol, puedo tomar conciencia del papel que ocupo en el grupo, de que mi pequeño tesoro es importante para el grupo, de que para sobrevivir tengo que atreverme a ciertos gestos audaces liberadores de energía y de agresividad.
- La creatividad y la imaginación. En nuestra sociedad, muchas veces la imaginación de las otras personas constituye una amenaza; gracias a ella, el otro-a demuestra que es mejor que yo y recibe la aprobación que a mí me gustaría recibir. En los juegos cooperativos, la imaginación del otro-a es un regalo del que sacar partido y enriquecerse. Creatividad para buscar estrategias que nos hagan superar el desafío, imaginación para modificar las reglas de juego. Pero no hay creatividad sin una búsqueda interior y sin sueños. Soñar es encontrarse consigo mismo-a, es madurar proyectos, es ver la vida de otra manera. Algunos juegos, con su lenguaje simbólico, ayudan a expresar lo inexpresable de la vida, a esperar el momento oportuno, a expresar nuestros deseos más queridos.
- La negociación y el diálogo. Una de las ventajas de los juegos cooperativos es que podemos ponernos de acuerdo sobre las reglas de juego, modificándolas y adaptándolas a quienes juegan. Al variar las reglas estamos afirmando que se puede vivir de otra manera personal y socialmente. Afrontando las reglas, cuestionándolas o inventando otras, estamos haciendo un serio aprendizaje de democracia.
Ventajas del juego cooperativo
A través de los diversos talleres y proyectos que hemos realizado con niños/as y personas adultas, hemos podido observar y verificar que el juego cooperativo ofrece las siguientes ventajas:
- Disfrutar en grupo
- Mejorar las relaciones entre las personas, el clima y el ambiente del grupo.
- Convivir en grupo y sentirse responsable de sí mismo y de los demás.
- Comunicarse positivamente con los demás.
- Desarrollar el sentido de la responsabilidad social y la capacidad de cooperación.
- Favorecer la integración.
- Superar el egocentrismo y desarrollar la empatía.
- Mejorar la motivación y el interés de los niños.
- Tener confianza en sus propias capacidades y de los demás.
- Vivir positivamente los conflictos.
- Expresar sentimientos y reconocerlos con el fin de comprender y aceptar los de los otros.
- Incrementar la autoestima positiva y el autocontrol.
- Además son una herramienta educativa valiosa para los educadores a fin de:
- Facilitar la observación de los diferentes comportamientos de los niños.
- Permitir el descubrimiento de habilidades desconocidas.
- Conocer mejor las interacciones y el funcionamiento del grupo.
El juego cooperativo es una herramienta mágica. Os proponemos descubrirla y maravillaros…jugando con ella.
Inscribamos la solidaridad en nuestros corazones. Se trata sencillamente, quedándonos al nivel del juego y de la llamada natural que representa para los niños/as, de jugar con otras reglas. Transformemos la competitividad en cooperación, descubramos todas las variables posibles, aislemos las recetas…y ¿por qué no? Creemos nuestros juegos de solidaridad.
Queremos vivir el futuro con optimismo, reforzados por la confianza en nosotros/as y confiando en la magia creadora de nuestra imaginación; desarrollemos la comunicación positiva, la cooperación y la resolución no violenta de conflictos; así podremos respirar y contagiar la alegría de vivir. Es un camino al que os invitamos.
Olatz Aldabaldetreku
Kometak, Centro de recursos en juegos cooperativos
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